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miércoles, 7 de noviembre de 2018

Dejé a Dios en paz I







     Desde mi adolescencia, sufrí mil conflictos al ver las contradicciones de aquellos que se proclamaban representantes de Dios en la Tierra, ministros de Jesús, difundidores de su palabra y afirmantes de que eran sus seguidores; pero –en los hechos- jamás se comportaban como sus imitadores. Imitarlo es vivir en la práctica sus valores y principios de vida.
     Dejé el Seminario;
y por años, tuve que resolver más conflictos religiosos todavía. Por fin, al comienzo de mi madurez, sentí el impulso de dejar en paz a Dios.
       Dejé de culparlo por mis  inhumanidades de humano.
     Dejé de responsabilizarlo por los absurdos de la vida. "Es la voluntad de Dios... los planes de Dios... así, Dios te castigará... Dios es infinitamente misericordioso... El pueblo elegido de Dios...".
      Asumí plenamente la responsabilidad por mi vida, en el tiempo y lugar en que me toca vivir.
     Dejé de culparlo por haberse equivocado en darnos esta mente o alma humana. Seguro que sopló mal después de hacer el muñeco de barro. Debió haber rectificado como hacen los alfareros si algo no les gusta; no sé por qué no lo hizo. Hubiera sido menos trabajoso para Él, posteriormente, con los perdones, las alianzas, hasta tuvo que sacrificar a su hijo unigénito para ver si podía arreglar el desatino de la creación del hombre. Le gustaba a Dios el sacrificio de los hijos, porque también se lo había pedido a Abrahám… aunque menos mal que –con éste- se arrepintió a último momento.
      Y si creo que es infinitamente compasivo, ¿cómo se entiende que nos dejara con la "libertad" de poder elegir entre el 'bien' y el 'mal'? ¿Vivir permanentemente, cada minuto, con la obligación de elegir, porque esa es nuestra naturaleza, creada por Él? ¿Es eso compasión?
     Comprendí mi envidia a los animales. Ellos no tienen que elegir entre el bien y el mal. Así fueron 'creados'. A nosotros empezó a crecernos el lóbulo frontal y poco a poco -y no por culpa de la serpiente (¿por qué la puso en el paraíso?)- comenzamos a ser conscientes del 'mal' (desde los 'pitecus') hasta el 'sapiens-sapiens' (¿sabios-sabios?). Y el 'mal' era -y sigue y seguirá siendo- más fácil de generar que el bien. ¿Es que ya existiría Maquiavelo y se dejó influenciar por él?
Antes soñaba con la verdad, pero no podía vivir en ella. Muy rara vez la encontraba.
Poco a poco fui sintiendo la necesidad de despojar a Jesús de su divinidad y contemplarlo en su humanidad desnuda. La Hipóstasis; la unión hipostática, término que designa la coexistencia en Jesús de las dos naturalezas, divina y humana, no me pareció un juego limpio.
      Dejé de verlo como el cordero de Dios y comencé a comprender que mientras Él -el Cristo- se hubiera sentido como Dios, todo su heroísmo y sufrimiento era poco menos que una obra de teatro… Otra razón para dejar en paz a Dios.

     Desde su perspectiva humana, fui comprendiendo de verdad su grandeza, su nobleza; la plenitud de su ejemplo de vida, de sus valores, de su luz, de su entrega, de su abnegación, su comprensión, su bondad, su compasión... Su tremendo perdón en la cruz. Si lo entiendo como Dios, no hay mérito ninguno. Si lo comprendo sólo y totalmente como hombre, es maravillosa su abnegación y entrega como ejemplo de que existe la posibilidad humana de vivir de un modo amoroso. El único arreglo que tiene las chapuzas de su Padre.
     Lo comencé a amar por lo que él decía y hacía ¡en y con su persona y cuerpo humanos! Empecé a admirarlo y a imitarlo. Y esto me llevó a conocerme profundamente. Y entonces derribé dentro de mí la imagen de cartón de piedra del Dios que habían entronizado las iglesias en mi mente.
     Ya no diré, al fin de mis días,  como él lo dijo en la cruz: "¡Eli, Eli! ¿Lemmá sabachtani?" Padre ¿por qué me has abandonado? Porque nunca me poseyó ese Dios, sino que mi mente, tan limitada y torpe, no lo comprendía; sólo mi corazón lo intuía... lo añoraba. Y hoy no lo cataloga, ni lo juzga; sólo lo anhela, aunque no lo comprenda todavía, porque mi mente carnal no lo puede abarcar.
     Pero, si yo entendiera, que he hecho lo que debía como imitador de su Hijo -sólo respondiendo a mi naturaleza humana- aunque indudablemente formando parte de Aquel 'a quien no se puede nombrar', sí diré "Tetélestai!"
Todo se ha cumplido.
Pero ¿Y Judas? ¿Y La Magdalena? Y…

(FdePPC de Esencias de nardo)

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