Páginas

martes, 16 de octubre de 2018

Permítete sentir tus vivencias


     Hoy venías dañada, fracturada; con penas del ayer y hacia la tarde. Y quise darte un abrazo muy fuerte -como a los dos nos gusta- para juntar todas tus partes sueltas. Pero no me dejaste.
  No venías en brazos del amor, pobrecita mía. Tu mente te mandaba; ella era tu dueña.
    Y benditos sentimientos batallaban en tu consciencia con confusas ideas e intelecciones.
     Sentir tus vivencias intensa y profundamente puede que para ti sea una percepción multifacética; yo te comentaré aquí cómo me siento cuando navego entre los míos, dejándolos salir.



     Mi experiencia ha sido estar consciente durante muchas ocasiones a través de un extendido tiempo. Y por tanto soy capaz de reconocer las corrientes de los pensamientos generados por los sentimientos y me doy cuenta de qué me está pasando.


     Puedo despojarme de la coraza que me protege de sentir los sentimientosy de atravesar la corriente de pensamientos provocados por ellos, o puedo dejármela puesta, con lo que casi dejaré de percibirlos, como si tuviera un impermeable bajo la lluvia o nieve. Toma tiempo y lleva práctica.


     Pero lo más importante es lo que se consigue con cada una de las actitudes: coraza puesta o coraza quitada.

     Si te la has quitado, los pensamientos generados por los sentimientos que sientes, durarán dando vueltas en tu mente varios días. Ten cuidado; porque generarán otros pensamientos, con lo que te verás envuelta en un buen embrollo del que sólo saldrá claridad si tienes experiencia en observar tu mente, por ejemplo mediante la meditación, contemplación, Mindfulness, o como lo llames.  



     Si en determinado momento, cuando el sentimiento crece sin poder controlarlo, te llena, rebosa y sientes que no lo puedes controlar, llora, ríe a carcajadas, solloza, gime o grita. Pero expresa -de la forma que tu interior te exija- con la garganta, las lágrimas, las palabras o las manos, lo que la presa de tus emociones no pueda contener.  



     Una vez calmada, si puedes y quieres, habla con alguien que se haya ganado el derecho de escuchar lo que te pasa. Habla con alguien que te merezca; no con un amigo/a que a veces no sea confiable; no con el primero/a que encuentres. Sino con ALGUIEN QUE TE AME, QUE AME TU HUMANIDAD; que te ame como eres, con tus virtudes y defectos.



     Sé que si no tienes esa persona, será duro para ti. Entonces te ruego explores muy profundamente -con coraje- en tu vulnerabilidad. Tendrás que encontrarla en tu interior.



     La mejor forma de lograr volver a encajarte nuevamente la armadura, es practicar la auto-compasión. Practicar la meditación intensivamente, dos veces al día entre veinte y treinta minutos cada vez.

Y fuera de esos momentos, tolerarte, comprenderte, perdonarte.

Salir de ti y mirar desde afuera los sentimientos. No juzgarlos; sólo sentirlos. Y soltarlos.

Poco a poco.



Reconocer la soledad y tratar de no exportarla a otros, sino regalarle a los demás sólo el perfume de las flores de esa soledad, sin su amargor ni sus espinas. Renunciar. Soltar todo, poco a poco. Quedar vacía de nuevo, sin ilusiones vanas. Dar a los demás consuelo, comprensión, inclusión y sobre todo esperanza ¡Esperanza!



     Esto no se consigue en un día, con unas pocas prácticas. Hay que persistir; con tesón, con convencimiento, con fe. Pensando con verdad; llenando de bondad el corazón, con amor en el alma.



     Y llega la paz; cuando no se la espera. Cuando no se la acecha. Cuando no se lucha por obtenerla. Cuando tu amor es verdadero.



     Llegará un momento en que no te quedará nada sin valor dentro de ti. Sólo estarás llena de amor.

Tan vacía de todo lo otro que los demás podrán llenarte con sus penas y dolor sin lastimarte.

Tan llena de amor que querrás vaciarte de consuelo, de alegría y de esperanza en los otros, para volver a llenarte una y otra vez.

Siempre lo harás cuando estés con otra persona que lo necesite; no te darás cuenta. Será instintivo.



     Es un vivir apasionado y apasionante. 

     Percibes el sentido de la vida. 

     Y ya jamás te dañarán con saña,

     ni te sentirás vacía, ni hastiada. 

     Porque el Cielo está en tus adentros.
     Y el Infierno nunca más serán los otros.

                           FdePPC de Cartas del Edén

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lumbremente

Sólo cuando amamos somos inmortales

       Porque sólo cuando amamos, nuestra consciencia se libera de nuestro intelecto y se da cuenta de que permanece unida a la Conscien...